ENTRE EL DESEO Y LA SEDUCCIÓN
| no saben oír. En este diálogo de sordos, me acerco a los oídos que no saben oír y les pregunto. Busco certezas y encuentro indefinición. Miro las telas y sigo sin respuestas, sin encontrar conexión entre los fragmentos de este rompecabezas... Las figuras esbozadas sutilmente parecen atrapadas por la calculada y enredada indefinición de un pincel que no quiere mostrar más de lo que uno quiera ver. El calor comienza a afectarme y ahora parece como si las facciones de las figuras se derritieran sobre la tela, agobiadas por tanto calor. Me siento, cierro los ojos e intento verlas desde otra perspectiva. Ahora entiendo: estas figuras no se desnudan sino que seducen con sus certeras formas; no se dejan ver, se insinúan: no te miran, se miran; no hablan, solo escuchan lo que uno quiera sugerirle. Mirándose adentro, se empieza a resolver este puzle, en el que no hay una única solución, sino tantas como miradas, como personas o como estados de ánimo. Qué estará dentro y qué fuera del contorno. Nada es absoluto, nada real ni falso: ¿qué es lo que quieres ver? Con todas las piezas, arbitrariamente ordenadas en la imaginación, queda resuelto el juego. Le platicas de tú a los cuadros, los interrogas; te insinúas calladamente y te dejas seducir por sus respuestas. Eduardo Ramos Critico, periodista. Malaga - España 2003. |